El Mindfulness consiste en tomar conciencia del momento presente y trata de prestar atención momento a momento, pensamiento a pensamiento, emoción a emoción, sensación a sensación… Mindfulness se identifica con Atención Plena. En definitiva, el cerebro se enfoca en lo que se percibe en cada momento.
El mindfulness es vivir el presente, percibir desde las sensaciones lo que está sucediendo en este momento, y ser capaz de volver cuando te quedas enganchado a lo que ya pasó (pasado) o te preocupas de lo que piensas que sucederá (futuro). Lo único que es real ahora mismo es lo que está ocurriendo (presente), esto nos lo perdemos por preocuparnos del futuro o por rumiar el pasado.
En nuestro día a día, pasamos por la vida prestando atención “a mil cosas a la vez y a ninguna en concreto”. Esto mismo les sucede a los niños. La atención plena se puede convertir en un gran aliado para el niño. No es algo que se implemente rápidamente, sino que se debe entrenar como si de un músculo más se tratara.
Antes se consideraba que el mindfulness se trataba de un proceso demasiado difícil e “complejo” para los niños, sin embargo, estudios mas recientes han resaltado la eficacia de esta práctica en niños desde los 4 o 5 años de edad. El Mindfulness es una disciplina que presta mucha atención al cuerpo. Para los niños esto resulta muy natural al entender facilmente el lenguaje de su cuerpo.
Los Investigadores en Mindfulness infantil han comprobado que la práctica del Mindfulness mejora no sólo el estado de niños que presentan problemas psicológicos significativos, si no que además generan en cualquier niño bienestar y previene futuros problemas psicológicos.
En este sentido podemos mencionar algunos beneficios descritos
- Mejora el aprendizaje, la atención, la creatividad y el rendimiento académico.
- Pueden concentrarse mejor e ignorar las distracciones.
- Les ayuda a regular sus emociones, a encontrar la tranquilidad y el equilibrio cuando se sienten enfadados, angustiados, molestos…y a sentirse más seguros.
- Aumenta la introspección, ven más claramente lo que sucede en su interior, en su exterior, en los demás y en su entorno.
- Desarrollan la compasión y la amabilidad hacia si mismos y hacia los demás.
- Mejora las habilidades prosociales como la paciencia, la empatía, la alegría por el bienestar de los demás o la ecuanimidad.
Ejercicios simples y sencillos para la práctica del Mindfulness con tus hijos:
- Tocar una campana. Pídele a tu hijo escuche atentamente el sonido y que levante las manos cuando ya no oiga nada, cuando el sonido haya desaparecido completamente.
- Jugar a ser estraterrestres que visitan la tierra. Dale una manzana y pídele que te la describa con los 5 sentidos pues hasta eses momento no había visto una manzana: cómo es ese alimento, que forma tiene, cual es su color, si pesa, si es blando o duro, si huele a algo, a qué sabe, si hace algún sonido en la boca, etc…
- El parte metereológico. Sientate con tu hijo cómodamente, cerrad los ojos y tomaos un tiempo para descubrir cómo os sentís en este momento. ¿Qué tiempo está hacienda por dentro?. Dile que observe si brilla el sol y se siente relajado, o si hay nubes y está a punto de caer un chaparrón, o quizá si hay una tormenta. Pídele que observe de forma amable y curiosa el tiempo que hace por dentro e indícale que es simplemente lo que hay, puede ser que en otro momento del dia cambie, pero ahora es como es, y así está bien.. Los estados de ánimo cambian como cambia el tiempo, pasan por si mismos y no hay que hacer nada para ello.
- Respiración. Visualiza el vídeo de mi colega Yolanda Calvo para la práctica de Mindfulnees con niños y niñas.
Consejos para la práctica:
- Constancia y paciencia: elige momentos fijos, por ejemplo 2 o 3 días a la semana, a la misma hora. Con unos 4 o 5 minutos es suficiente para los niños pequeños (de 4 o 5 años de edad) y entre 5 y 15 minutos los mayores. Los resultados no siempre se dan de inmediato, es con la práctica regular como se observan los mayores beneficios.
- Lugar: cuando se está aprendiendo es aconsejable buscar un lugar tranquilo en el que no haya interrupciones. Con el tiempo, se podrán hacer los ejercicios en espacios más bulliciosos.
- Actitud: propón la práctica con una actitud lúdica, llena de humor y de aventura pero de forma relajada. Si el niño se resiste puedes acordar hacerlo en otro momento.
- Repite algunos ejercicios que les sean especialmente atractivos o fáciles. Aunque el ejercicio sea el mismo, la experiencia personal puede cambiar en cada ocasión.
- Participación: resulta muy motivador practicar con los niños, estar ahí con ellos, viviendo una experiencia compartida. No obstante, a algunos niños les gusta practicar también en solitario.
- Aceptación, valorar el esfuerzo, con amabilidad. Hay días que uno se siente mejor y la práctica sale “redonda”; otros, uno está mas distraído, más tenso y aparecen más dificultades. En todo caso hay que decirle al niño que se de cuenta de ello y que lo está haciendo bien, aceptando las cosas tal y como son en ese momento. “No juzguéis las experiencias de los niños, todas las experiencias están bien”.
- Escúchales: pregúntales por la experiencia, pídeles que expresen sus sensaciones al terminar los ejercicios. Estas no son ni buenas ni malas, simplemente vivencias de cada momento. Si le apetece comentarlo bien y si no también.
Este post esta basado en publicaciones de mis colegas Yolanda Calvo
yMiguel A. Rizaldos Lamoca
Psicólogo Clínico. Psicólogo online
Tratamiento psicológico online